Los padres en el deporte

Empieza el curso escolar y con él los deportes. Llegan las extraescolares de los colegios, el inicio de temporada de los clubes y también la emoción de LAS COMPETICIONES.

El conocido como “triángulo deportivo” está formado por padres, entrenadores y deportistas.

Hay muchos artículos sobre padres y madres en las redes, unos de psicólogos especializados, otros de padres que se ven reflejados en esos artículos, otros de entrenadores… Pero he leído pocos de deportistas.

Creo que hay un punto que los entrenadores tenemos que tener presente siempre. Los padres quieren formar parte de los momentos de la vida de sus hijos en los que ellos son y están felices. De todas esas emociones que tienen los niños al ganar, perder, ir a un cumpleaños de su equipo, consolar a un compañero, revivir en la fila del cole esos metros finales de la carrera en la que participaron el sábado…

En muchas conferencias y mesas redondas de entrenadores en las que he estado, cuando se llega al tema padres, siempre hay un “UFFFF”, o un… “de eso mejor no hablar…”. Desgraciadamente existen padres que están fuera del triángulo deportivo, pero no podemos dejar que sean ellos los que no nos dejen ver a los que aportan, a los que ayudan, colaboran,… Y de esos hay muchos.

Tenemos que dejarles entrar en esa parcela emocional y del mismo modo tenemos que mostrarles el camino de cómo hacerlo. Si no les explicamos por qué no pueden darles consignas a sus hijos, ¿cómo lo van a entender? Si no les decimos que si su hijo viene a falta de 15 minutos antes del partido no juega, cuando pase, ¿por qué no se van a enfadar? Si no les explicamos que nuestros grupos de tenis los vamos a hacer por niveles, ¿cómo van a entender que su hijo no esté con su amigo Carlitos?

Evidentemente, hay y habrá padres para quienes nuestras explicaciones no sirvan para nada, pero ¿y aquellos que se levantan los fines de semana para llevar a su hijo en invierno a su partido de las 9:00 de la mañana? ¿y aquellos que sacrifican sus vacaciones para ver competir a su hijo? ¿y los que tienen que hacer importantes esfuerzos económicos para poderle comprar una buena raqueta a su hija? ¿y los que hacen casi una hora y media de coche de ida y otro tanto de vuelta  para llevar a su hija a entrenar? Ésos sí que merecen que compartamos con ellos el porqué a Fermín hoy lo he visto triste en el entrenamiento o por qué he reñido a Victoria en la competición.

Si no fuera por esos padres y madres no existirían muchos niños y niñas deportistas que han sido y son felices gracias al deporte, que tienen amigos con los que comparten emociones y vivencias, y que se han formado como personas gracias a ese esfuerzo y sacrificio de quienes más les quieren.

Gracias a todos ellos y ellas.

Gracias papá.

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